LOS JUECES
- 4 de janeiro de 2023, Colômbia
- Feira de Manizales, 3º festejo
- Matadores: António Ferrera (duas orelhas e Ovação), Luís Bolívar (orelha e duas orelhas simbólicas) e José Arcila (orelha e silêncio)
- Ganadaria: Juan Bernardo Caicedo
Cuando Gustavo Petro fue alcalde de Bogotá (sin tener competencia para hacerlo) prohibió las corridas de toros en esa ciudad. Sin embargo, sin ningún recato dijo que no las prohibía, sino que simplemente no prestaba la plaza de la Santamaría para que se celebraran espectáculos taurinos. Pasaron varios años y después de que se profirieron diversas providencias judiciales de todos los rangos, la Corte Constitucional zanjó la discusión y concluyó: Petro abusó de su poder y prohibió las corridas de toros de manera irregular y por ello ordenó la reapertura de la Santamaría.
En Norte de Santander, la Asamblea Departamental expidió una ordenanza que prohibía el ingreso de menores de edad a las corridas de toros; los jueces intervinieron y declararon que tal decisión era inconstitucional y por eso anularon la ordenanza. En Caldas, los animalistas a través de una acción popular pretendieron que los jueces prohibieran el ingreso de menores de edad a las corridas de toros, pero una vez más, los jueces no accedieron a ello. Esas decisiones recuerdan una historia que es famosa en las facultades de Derecho y que se usa para destacar la importancia de la independencia judicial frente a las demás ramas del poder público y de la defensa del débil frente al poderoso: según se dice, al lado del palacio del Rey de Prusia funcionaba un molino que, a juicio del rey, afeaba el palacio, por lo que ordenó tumbarlo; no obstante, el molinero demandó al rey y ganó. Ante esa decisión, se dice que el rey expresó “todavía hay jueces en Berlín”, como una forma de reconocer que incluso él tenía que acatar las decisiones de los jueces.
No obstante, parece que en Colombia los jueces empiezan a faltar y que el Gobierno se aprovecha de ello para volver a jugadas como las que usaron para cerrar la Santamaría, que tienen un ropaje jurídico que es ilegal e injusto. Tal como ocurrió en Cali, el gobierno nacional impidió que el menor Marco Pérez actuara en un festejo taurino. Pese a que se solicitó protección judicial ante tal atropello, los jueces se amilanaron y decidieron cohonestar con la vulneración de los derechos del torero, de la empresa y de la afición, pues se consideró que la decisión no requería una actuación inmediata, sino que podía esperarse a tener una decisión de fondo en los términos que establece la ley en casos que no son urgentes, es decir después de que se termine la feria de Manizales, momento en el cual carecerá de cualquier interés la decisión que se adopte y que olvida por completo que lo justo no puede ser inoportuno.
En ese marco de indignación por el abuso al que somos sometidos los taurinos, hicieron el paseíllo Ferrera, Bolívar y Arcila para lidiar un encierro de Juan Bernardo Caicedo, que fue manso, con excepción del quinto toro de la tarde, que le correspondió a Bolívar y que fue indultado. Ferrera despercudió la presurosa tauromaquia que exhibió en Cali para lidiar con temple, pausa, mando, valor y belleza; cortó las dos orejas de su primer toro y pudo cortar una más de su segundo, si no hubiera fallado con la espada. Bolívar ejecutó una buena faena ante el manso segundo al que le cortó una oreja y una faena superior ante el bravo quinto, en la que fueron mejores las tandas por el pitón derecho que por el izquierdo, pero su faena fue tan profunda, que resulta grosero poner pegas a su actuación; dos orejas simbólicas para el torero, después del indulto del toro. Arcila estuvo bien con su primero, pese a su limitada conexión con el público, logró convencerlos y le dieron una oreja. Incluso pudo cortar una más del último toro de la corrida, pero no acertó con el estoque.
La corrida, con un casi lleno en los tendidos, fue agradable por los toreros que lo hicieron todo, y que además con capote y muleta reivindicaron la libertad. Ojalá que en los despachos, los jueces detengan el abuso, para que como el rey de Prusia, podamos decir que por fortuna hay jueces en Manizales.