Crónica | Feira de Manizales – Fiesta Solemne

FIESTA SOLEMNE

  • 5 de janeiro de 2023, Colômbia
  • Feira de Manizales, 4º festejo
  • Festival
  • Matadores: Antonio Ferrera (indulto – duas orelhas simbólicas), Emilio de Justo (indulto – duas orelhas simbólicos), Luis Miguel Castrillón (ovação), Román (orelha), Juan de Castilla (palmas), Tomás Rufo (silêncio)
  • Ganadaria: Ernesto Guitiérrez

La solemnidad del preludio de los festivales taurinos en Manizales se contrapone al ambiente festivo y fiestero del espectáculo. Antes del paseíllo se realiza una procesión en honor de la Virgen de la Macarena y todo es tan serio y solemne, que hasta el arzobispo de la ciudad encabeza el desfile. Pero una vez salta al ruedo el primer novillo de la noche, el ambiente cambia y el público, que acababa de rezar con fervor, declara su intención de entregarse sin reparo al hedonismo. Anoche, por ejemplo, los aficionados sucumbieron ante la plasticidad de Ferrera, el buen gusto De Justo y las embestidas dulces y bravas de los novillos de Ernesto Gutiérrez. Fue tal el desenfreno, que los dos primeros novillos de la noche fueron indultados.

Panadero fue el primero de los novillos y Ferrera entendió pronto, que se trataba de un toro bravo. Lo puso en la querencia natural de la puerta de toriles, para que desde allí se arrancara para encontrar al picador. El mismo torero puso banderillas y después exhibió con belleza y emoción las buenas condiciones del toro. Distancia, temple y toreo bueno y menos bueno hicieron que la plaza perdiera el juicio y que la banda interpretara Feria de Manizales, pasodoble reservado para acompañar las faenas excepcionales. El novillo embestía con tanta calidad y bravura, que se pidió el indulto con mucha fuerza; la presidencia no opuso resistencia y accedió a la solicitud. Fue tan bravo el animal que se rehusó a salir voluntariamente por la puerta de toriles y tuvo que ser enlazado para que volviera a los corrales. Dos orejas para Ferrera, vuelta al ruedo con los ganaderos y todos felices.

En ese estado de frenesí, Emilio de Justo encontró en Emir, un carretón de embestir, que le permitió torear con belleza con el capote y con temple y mando con la muleta. Tandas lentas y cadenciosas, algunas más ajustadas que otras, pero todas marcadas por el toreo bueno. El torero dando el pecho, cargando la suerte, templando y mandado. De nuevo el pasodoble de la feria para reconocer todo lo bueno que pasaba en el ruedo. El novillo no se cansó de embestir y Emilio no se cansó de torearlo. Ante una nueva y airada petición de indulto, el presidente repite la historia y asoma el pañuelo amarillo, que es el del indulto. Dos orejas para Emilio. Justo premio para el torero, excesivo premio para el animal, pero aliciente legítimo para la alegría popular.

Castrillón toreó con sutileza, abusando con estética del uso del pico de la muleta. Pudo cortar alguna oreja, pero falló con la espada. Román, en una descarada versión del de lo que no es torear, ejecutó destempladas verónicas marcadas con el signo característico de echar la pierna hacia atrás. Invitó a Ferrera y al subalterno Garrido a banderillear. Ferrera acertado, Garrido extrañamente equivocado y Román vulgar. Con la muleta, pases al hilo del pitón, actuación bullidora y fantoche. Pinchazo y estocada de nivel superior, que no compensó la deslucida actuación del español; aún así, paseó una oreja de nula importancia.

De castilla toreó con gusto con el capote. La muleta siempre adelante y descargando la embestida detrás de la cadera. Toreo bueno y profundo, tandas templadas y lucidas. Cuando parecía que de nuevo sonaría el pasodoble de la feria, empezó a caer algunas gotas de agua que distrajeron al público y pareció que al torero también porque no pudo hilvanar ninguna nueva serie de muletazos. Repetidos errores con la espada le privaron de premio. Vuelta al ruedo, reconocimiento justo para el novillo; reproche inmerecido para el torero. El toro malo del festejo le correspondió a Ruffo, que intentó plantarle cara, pero todo fue inútil.

Fue tal la intensidad de lo que se vivió en los dos primeros toros de la noche, que el público quedó exhausto después de la excelsa demostración de tauromaquia total en las manos de Ferrera y De Justo; al punto de que varias de las demás cosas buenas del festejo no despertaron el entusiasmo que merecieron. Con todo, Manizales demostró de nuevo que la pasión por los toros es desbordada y que, a fuerza de tantas circunstancias adversas para los toros, asumió con total responsabilidad el hecho de convertirse en la plaza más importante del país. Bien por Manizales, bien por la empresa, bien por los toreros y los toros y el hospital infantil, beneficiario del festival y de la temporada.

Fotos: CORMANIZALES e Julián Velasco

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